jueves, 8 de enero de 2009

El Informe.


¡Ahí esta él ¡ A orillas del río, contemplando el ir y venir de las oscuras aguas que golpeaban las toneladas de escombro arrojadas a la costa. Con la mirada perdida en el horizonte, quizás desviando por segundos sus pupilas dilatadas hacia el vuelo rasante de algún benteveo, esperando que entre las nubes asome algún rayo de sol…
Fue entonces cuando me acerqué suavemente para no romper el silencio del lugar.
Sin querer, tropecé con las raíces de los árboles que decoraban ese paisaje casi sin luz, típicos de los días nublados, y que serían testigo de nuestro encuentro.
Eran la ocho de la mañana.
La desolación era casi total.
Solo él y yo.
Platicamos de muchas cosas,
Del cantar de las aves, del ruido lejano de las máquinas, de la soledad, del sol y el viento, del frío, que por esas horas era mucho. Del amor, de la soledad, de la familia y de la traición. También del trabajo y los quehaceres, de las responsabilidades y obligaciones.
Temas que ocuparon los minutos, las horas…
Pronto comenzó a llover.
Finas gotas comenzaron a mojar nuestras ropas.
La gente que corría a resguardarse bajo los techos o dentro de los autos, dejaron a aquel lugar totalmente desolado.
Las gotas de lluvia se habían convertido en cataratas de agua fría.
Subí a mi auto, y cuando me disponía a marcharme, golpeó mi ventana.
Me dijo que no me olvidara de mi trabajo, que lo tenía que realizar antes de finalizado ese día y que debía entregar mi informe lo antes posible.
Asentí con mi cabeza y me marché.
Miré por el espejo retrovisor aquella imagen de desesperación y desolación de una persona abandonada por la vida y sin rumbo, empapada de dolor y angustias, con los ojos inyectados de furia, pero que en el fondo reflejaban sufrimiento.
Quedamos en reencontrarnos cerca de las ocho de la noche. Cuándo la penumbra ocultara a nuestros únicos testigos, y cuándo el golpetear de las aguas del río fuera sólo un ruido.
Sentado en el mismo lugar, aún húmedo por la lluvia, estaba él. Esperando el informe del día.
Nuevamente me acerqué despacio.
Susurré a su oído: _ “Encargo cumplido”
Le mostré mi informe, el cual cayó lentamente.
_seguramente la policía lo esté buscando en estos momentos para hacerle algunas preguntas. Sólo diga que estuvo aquí, que no vio ni habló con nadie.
“Olvídese de mi”, y de nuestra charla de esta mañana.
Olvídese de su vida anterior y de su sufrimiento. A partir de hoy usted puede iniciar una nueva vida… sin ella.

3 comentarios:

Fran dijo...

Lo encuentro cargado de emociones encontradas... bellísimo Alquimista. Un beso.

Anónimo dijo...

estoy sorprendido!!!! me parecio estar viendo una pelicula de la vida,
un relato excelente

besos

La Alquimista dijo...

Paladin a ti te digo...

De eso se trata el amor, de emociones encontradas.
Auque la unica forma de "matar", a mi parecer es apagando dentro nuestro aquella luz.
Simpre es un placer saber que pasaste por aqui.
Besos oceánicos.


David...

Wow que bella palabra usáste, cúanto me alegra saber que aún puedo sorprender.
Gracias por estar y recuerda que eres bienvenido.

Besos.