Aquella tarde se encontraba confundido: “Ni bien ni mal, se sentía
raro”. No encontraba una explicación. Y no era la primera vez que le pasaba.
Para disolver ese sentirse raro a veces se tiraba a dormir. Otras,
como hace unos días, pensaba algún plan. Porque
esta convencido y repite que no se puede manejar lo que se siente pero sí
qué hacer con eso. En medio de ese estado agarró un papel. Hizo unos garabatos
y después se propuso ponerle palabras a sus sensaciones: “Es como si de repente
viniera un tornado y me revolviera. Y ya no me importara nada: ni mis lógicas
ni mis pensamientos. Es como si algo externo reclamara una porción de algo. Y
yo no me animo a decirle que si ni que no. Igual se lleva algo. Es como si
robaran algo de mi habitación pero no sé que es”, escribió.
Después de esa suerte de descarga llamó por teléfono a su
compañera. Le contó que se sentía raro.
_ ¿Tenés una basurita en el ánimo, como le pasa a Mafalda? _
Le dijo ella
_No sé, puede ser…ni idea. Tampoco es tan dramático. Creo
que lo importante en estos momentos es estar bien armado.
_ ¿Con un fusil o un revólver?
_ Yo también hago chistes malos _dijo el _Me refería a
armarse en el sentido de construir plataformas o reforzarlas cada día para
tener donde apoyarse. Fantaseaba con la idea de ir en un avión que de pronto es
atacado. Si no tenés paracaídas vas muerto. Y no es lo mismo caer en el océano
que en una isla.
_A veces buscas respuestas de manera incansable… hasta que
te cansás, ¿no?
_Puede ser…Y creo que voy relacionando cosas que no tienen
sentido. Pero me vienen a la cabeza. Por ejemplo, ahora me acuerdo de una frase de Casciari que dice
que en las crisis, aunque parezca lo contrario, hay más respuestas que
preguntas.Y que nadie se encierra en una depresión por exceso de respuestas.
_ Me interesa esto de más respuestas que preguntas_ dijo
ella_ pero estamos hablando de una mirada negativa, ¿no? Respuestas del tipo: “El
mundo es todo un desastre”. Además, ¿por qué hablamos de depresión?
_Que sé yo, te dije que se me mezclaron las cosas en la
cabeza. También me acuerdo de Hank.
_¡¿De quién?!_ pregunto ella.
_Hank Moody, el de “Californication”. El tipo, escritor
exitoso, felicita a su hija por su primera novela. A él, como padre, no le
importa la calidad de lo que escribió ella, que tiene 20 años. Le destaca que
nadie a su edad hace eso: “Están demasiado ocupados enviando SMS, en Twitter,
escribiendo en Facebook y sintiéndose
con derecho a una vida por la que no quieren trabajar”. Ella, con sonrisa cómplice
responde: “Qué forma de abofetear una generación completa, papá”.
_Es interesante. Igual, no sé adónde va esta conversación.
Es como si quisieras hablar de algo a lo que no podes llegar _dijo ella
_¿Por qué tiene que ir a algún lado? Lo bueno es que ya no
me siento raro.